Séptimo
tapiz (cuarto,
entrando, a la derecha).-
Escena
primera (arriba del todo, izquierda).Tema
ornamental: Aparece Jesús, como Cristo Rey, bendiciendo o extendiendo la
mano.
Escena
segunda (arriba y en medio, izquierda). 3
ángeles arrojan el contenido de los cuencos de la ira divina sobre
hombres, la fiera, el río Eufratres y la gran ciudad, Babilonia. Un grupo
de ciudadanos se duelen de la destrucción de la ciudad.
Apoc.
16, 8: "El cuarto ángel derramó su cuenco en el sol, e hizo que
abrasara a los hombres con su ardor”.
Apoc.
16, 10: "El quinto derramó su cuenco sobre el trono de la fiera, y
su reino quedó en tinieblas”.
Apoc.
16, 12: "E/ sexto derramó su cuenco sobre el gran río Eufratres; y
se quedó seco”.
Apoc.
16, 17-19: "El séptimo derramó su cuenco en el aire. Y del interior
del santuario salió una voz patente, qué venía del trono. Decía: «Hecho
está». Se
produjeron relámpagos, estampidos, truenos, y un terremoto tan violento,
que no se ha producido igual desde que hay hombres sobre la tierra. La
gran ciudad se hizo tres añicos, y las capitales de las naciones se
derrumbaron. Dios daba de beber a la gran Babilonia la copa de su vino,
del furor de su colora”.
Escena
tercera (abajo, izquierda).
La
Meretriz, que representa a Babilonia (Roma), aparece sentada a orillas del
Eufratres. Tiene a sus pies a los reyes embriagados por el vino de la
lujuria. A la derecha, juntó á la Meretriz, bestias; debajo, hombres
tumbados. Apoc.
17, 1-2: "Se acercó uno de los 7 ángeles, los que tienen los siete
cuencos, y me habló así: “Ven a acá; vas a presenciar la sentencia de
la gran prostituta, la que está sentada al borde del océano, con la que
han fornicado los reyes de la tierra, la que embriagaba a los habitantes
de la tierra con el vino de su prostitución»."
Escena
cuarta (abajo, derecha).
La
Meretriz, cabalgando sobre el dragón de 7 cabezas, va ofreciendo a los
reyes de la tierra un cáliz de sangre, símbolo de las abominaciones. Al
fondo, edificios. Apoc.
17, 3-4: "En visión profética me llevó al desierto. Vi allí una
mujer. Iba montada en una fiera escarlatada, cubierta de títulos blasfemos,
que tenía 7 cabezas y 10 cuernos. La mujer estaba vestida de púrpura y
escarlata, y se enjoyaba con oro, pedrería y perlas. Tenía en la mano
una copa de oro, llena hasta él borde de abominaciones, desbordando las
inmundicias de su fornicación”.
Escena
quinta (centro, entre arriba y abajo).
La
Meretriz aparece entre llamas; su tormento lo contemplan los seguidores
suyos. La escena queda coronada por un ángel que lanza una piedra de
molino sobre las aguas del mar. Apoc.
17,16-18: "Los 10 cuernos que viste y la fiera van a coger odio a la
prostituta, y la dejaren asolada y desnuda. Se comerán su carne, y la
destruirán con fuego. Dios les ha metido en la cabeza que ejecuten este
designio. Por eso, llegando a un acuerdo, cederán su realeza a la fiera
hasta que se cumpla lo que Dios ha dicho. Por último, la mujer que has
visto es la gran ciudad, emperatriz de los reyes de la tierra”.
Apoc.
18,9-10: “Llorarán y plañirán por ella los reyes de la tierra, los
que con ella fornicaron y se dieron al lujo, cuando vean el humo de su
incendio. Manteniéndose a distancia, por miedo de su tormento, dirán:
«¡Ay, ay de la gran ciudad, de Babilonia, la ciudad poderosa! ¡Que haya
bastado una sola hora para que llegue así tu castigo!".
Apoc,
18, 21: "Un ángel poderoso levantó en vilo una piedra, del tamaño
de una rueda de molino, y la arrojó al mar diciendo: «Así de golpe,
precipitarán a Babilonia, la gran ciudad; y desaparecerá.”
Escena
sexta (arriba, centro).
El
Hijo del Hombre, sentado sobre el arcos iris, rodeado de los ancianos y de
los símbolos de los Evangelistas, y con el libro de las profecías sobre
las rodillas, solemniza la destrucción de Babilonia (Roma).
Apoc.
19, 1-2: "Oí después en el cielo algo que recordaba el vocerío de
una gran muchedumbre. Cantaban: “¡Aleluya! ¡La victoria, la gloria y
el poder pertenecen a nuestro Dios, porque sus sentencias son legítimas y
justas! Ha condenado a la gran prostituta, la que corrompía la tierra con
su fornicación; le ha pedido cuentas de la sangre de sus siervos."
Apoc.
19, 4: "Se postraron los 24 ancianos y los 4 vivientes, y rindieron
homenaje a Dios, que está sentado en el trono"
Escena
séptima (abajo, centro).
Las Bodas
del Cordero con la Iglesia.
Apoc.
19, 6-8: “Oí algo que recordaba el rumor de una gran muchedumbre, el
estruendo del océano y el retumbar de fuertes truenos. Se decía: «¡Aleluya!
¡Ha empezado a reinar el Señor nuestro, Dios soberano de todo! Hagamos
fiesta, saltemos dé gozo; y démosle a él la gloria. Porque han llegado
las bodas del Cordero. La esposa se ha ataviado; ha recibido en dote un
vestido de lino puro, esplendente!"
Escena
octava ( arriba, derecha).
El
ejército de Cristo en pos de Jesús. El Salvador queda entronizado, con
el cetro en una mano, y una espada flameante de doble filo en la boca.
Apoc.
19,11-16: “Vi el cielo abierto, y aparecía un caballo blanco. Su jinete
se llama el Fiel y el Leal, porqué lleva razón en el juicio y en la
guerra.
Sus
ojos llameaban; ceñían su cabeza 1.000 diademas, y llevaba grabado un nombre que sólo él conoce. Iba envuelto
en una capa tinta en sangre, y recibe el nombre de Palabra de Dios. Iba
seguido de las tropas del cielo en caballos blancos, vestidos de lino
blanco puro. De su boca salta una espada aguda, para herir con ella a las
naciones, pues él va a regirlas con cetro de hierro, y pisará el lagar
del vino de la furiosa cólera de Dios, soberano de todo. En la capa y en
el muslo lleva escrito un titulo: «Rey de reyes y Señor dé Señores»”.
Escena
novena (arrriba, extrema derecha).
Un
ángel, situado sobre el sol, da órdenes a todas las aves para que se
lleguen al gran banquete de Dios. (Aquí no se ven aves; pero algunas muy
poderosas aparecen arriba, a la izquierda, en el tapiz 8º).
Apoc.19,17-18:
“Vi entonces un ángel de pie en el sol que dio un grito estentóreo y
decía a todas las aves que vuelan por mitad del cielo: “Venid acá;
reunios para el gran banquete de Dios; comeréis carne de reyes, carne de
generales, carne de valientes; carne de caballos y de jinetes; carne de
hombres de toda clase: libres y esclavos, pequeños y grandes».”
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