La Justicia divina sobre las naciones

Segundo tapiz (primero, entrando, a la izquierda).-

Escena primera (mirando al tapiz, arriba, izquierda). 3 de los 4 jinetes del Apocalipsis, rodeados de nubes y acompañados por los símbolos de los Evangelistas. El caballo blanco lleva jinete con arco; el segundo, rojo, lleva jinete con espada; el tercero, negro, jinete con balanza: "En la visión, cuando el Cordero soltó el primero de los siete sellos, oí al primer viviente que decía con voz de trueno: «-Ven». Apareció un caballo blanco; el jinete llevaba un arco. Recibió una corona, y marchó victorioso para vencer otra vez. Cuando soltó el segundo sello, oí decir al segundo viviente: «-Ven». Salió otro caballo, alazán; y el jinete recibió poder para quitarla paz de sobre la tierra, a fin de que los hombres se degüellen unos a otros. Recibió también una espada grande. Cuando soltó el tercer sello, oí que decía el tercer viviente: «-Ven». En la visión apareció un caballo negro; su jinete llevaba en la mano una balanza” (Apoc. 6, 1-5).

Escena segunda (abajo, izquierda): debajo, el cuarto jinete, símbolo de la muerte, destruyendo a la humanidad. Tras él, el infierno, en forma de cabeza de monstruo. “Cuando el Cordero soltó el cuarto sello, oí la voz del cuarto viviente que decía: «-Ven». Apareció un caballo amarillento. El jinete se llamaba «Muerte», y avanzaba seguido del abismo. Había recibido poder sobre la cuarta parte de la tierra, para matar, con espada, hambre, epidemias, y con las fieras salvajes” (Apoc. 6,7-8).

Escena tercera (arriba, centro): 5 ángeles, que aparecen sobre el ara del Señor, reciben las almas de los justos, representadas por figuras desnudas, a las que van cubriendo los ángeles con vestiduras celestiales. Estas están al parecer sobre un altar, y otro ángel las reparte. “Cuando el Cordero soltó el quinto sello vi con vida, al pie del altar los asesinados por proclamar la palabra de Dios y por el testimonio que habían dado. Clamaban a grandes voces: «-Tú, el soberano, el santo y leal, ¿para cuándo dejas el juicio de los habitan­tes de la tierra y la venganza de nuestra sangre?». Dióse a cada uno una vestidura blanca, y se les dijo que tuvieran calma, todavía por un poco, hasta que se completase el número de sus compañeros de servicio y hermanos suyos, a quienes se iba a matar, como a ellos" (Apoc. 1, 9-11).

Escena cuarta (abajo, centro): el sol y la luna se oscurecen, y las estrellas caen sobre la tierra destruyéndola. Las gentes buscan cobijo en los montes:“En la visión, cuando se abrió el sexto sello, se produjo un gran terremoto: el sol se puso negro como un sayo de peló, la luna se tiñó de sangre, y las estrellas del cielo empezaron a caer a la tierra, como caen los higos verdes de una higuera sacudida por el huracán. Desapareció el cielo como un volumen que se enrolla, y montes e islas se desplazaron de su lugar. Los reyes de la tierra, los magnates, los generales, los ricos, los potentados, y todo hombre, esclavo o libre, se escondieron en las cuevas y por entre las rocas de los montes” (Apoc. 6, 12-15).

Escena quinta (arriba, derecha): un ángel, que llévaba la  Cruz, instrumento de la Redención, ordena a otros cuatro, situados en los ángulos de la Tierra, que sujeten a los vientos, a fin de impedirles que maltraten el planeta: "después de esto ví cuatro ángeles, plantados cada uno en un ángulo de la tierra. Retenían a los cuatro vientos de la tierra. Ví después otro ángel que subía del oriente llevando el sello de Dios vivo. Con un grito estentóreo dijo a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar: «No dañéis a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que marquemos en la frente con el sello a los siervos de nuestro Dios (Apoc. 7,1-3).

Escena sexta (abajo, derecha): un ángel que parece llevar una copa marca en la frente a los elegidos, que aparecen arrodillados: “oí también el número de los marcados, ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel” (Apoc. 7, 4).