A la muerte de Francisco Franco, siguiendo
su voluntad, fue enterrado su cuerpo en el Valle de los Caídos, tras el
altar mayor, en una ceremonia que presidió su sucesor a título de Rey,
Juan-Carlos de Borbón.
Entre la muchedumbre de los que asistieron a
las exequias también estuvieron algunos de los que pronto harían piruetas
-si es que no venían ya haciéndolas-
para encontrar buen acomodo en la nueva situación política.
|