DESCONTENTO FALANGISTA

El traslado de los restos de José-Antonio, desde el monasterio de San Lorenzo de El Escorial hasta la basílica del Valle de los Caídos, fue ocasión de expresiones de disgusto y rebeldía, de las que es muestra la  hoja ciclostilada que aquellos días circuló entre los falangistas, que aquí se reproduce, transcribiéndose a continuación, para facilitar su lectura.

 

 

 Españoles, camaradas:

 El día 30 vamos a trasladar los restos de José-Antonio desde el Monasterio de El Escorial al Valle de los Caídos. No se trata de bizantinismos, ni de rasgarse las vestiduras. Pensad que tampoco fue escogida por la Falange la tumba de El Escorial. Meditad que lo que importa no es una falsa cuestión de prestigio, como algunos quieren hacernos creer, sino insertar la figura de José-Antonio su verdadera dimensión de símbolo de la unidad revolucionaria del pueblo español.

Si el Estado es fiel a las leyes que dicta, si es fiel al Decreto de la Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, la Basílica habrá de albergar a todos los que murieron en lucha y en ambición de una España mejor, de una revolución para España. Indistintamente de las banderas bajo las que, con la suprema limpieza del heroísmo y del sacrificio por un ideal, militaron un día.

 Sí el Valle de los Caídos va a ser eso, en resumen, la unidad nacional, la liquidación del espíritu de guerra civil entre los españoles, será más apropiado y justo lugar de reposo para los restos de José Antonio que la vecindad dinástica de El Escorial.

 La Falange estuvo en unas determinadas trincheras porque se jugaba el destino de España. Pero la razón revolucionaria de la Falange, la marcaba política y socialmente más las trincheras de enfrente que aquéllas en las que combatía. El destino colocó a la Falange en una disyuntiva dramática. Precisamente por eso, la Falange representaba la única posibilidad de victoria para todos, de inauguración tras la guerra de una empresa revolucionaria que nacionalizara la izquierda española.

 Por su pensamiento político y por su muerte, José Antonio ha de ser símbolo de la unidad revolucionaria entre los españoles.

 No podemos consentir que la derecha, encaramada en el Régimen, convierta a José Antonio en tapadera de actitudes autoritarias y de maniobras contra el pueblo y contra la misma Falange.  

Si José Antonio va al Valle de los Caídos, tiene que ser porque el Valle de los Caídos acoja a los muertos de España, sean del lado que sea y sin discriminaciones de ningún género. La Cruz no puede amparar al fariseísmo de las de los muertos buenos y de los muertos malos. Y mucho menos la perpetuación de la guerra civil.

Si José Antonio va al Valle de los Caídos es para insertarse en la en la comunión de los muertos. No aceptaremos la hipocresía de las derechas de negar sepultura común y oraciones comunes a quienes también murieron, como los nuestros, porque no estaban conformes con la España injusta que les tocó vivir. Nosotros entendemos la Misericordia Divina sin la falacia de los que hacen del catolicismo una profesión política.

 Nosotros queremos a José Antonio como símbolo de la revolución: ésta es la única garantía que exigimos.

 Camaradas,

El día 30 sólo cabe un grito: ¡Caídos por la Revolución! ¡Presentes!

 Y una afirmación: ¡Victoria para todos!

 Y una demanda: ¡Liquidación definitiva de la guerra civil!