En
el segundo vestíbulo,
en el
lado izquierdo, entrando, se ve una piedra de granito con una inscripción
que hace memoria de la inauguración del monumento: el 1 abril de 1959, y
de la consagración del templo con título de Basílica Menor, por el
Cardenal Gaetano Cicognani, quien intervino en representación de S.S.
Juan XXIII, el 4 de junio de 1960.
Yendo
hacia el altar, junto a la escalera, se yerguen dos figuras de ángeles de
bronce macizo, obra
de Carlos Ferreira. de seis metros de altura cada uno, hasta el final de
sus alas.
Se
fabricaron con material de cañones de la guerra, conforme a testimonio
del fundidor, Ángel Ignacio González.
José-Antonio Primo de
Rivera, en un discurso
pronunciado el 19 de mayo de 1935, había dicho: "-recordaba
yo ante una concurrencia pequeña un verso romántico: "No
quiero el Paraíso, sino el descanso" –decía–. Era un
verso romántico, de vuelta a la sensualidad; era una blasfemia,
pero una blasfemia montada sobre una antítesis certera; es cierto,
el Paraíso no es el descanso. El Paraíso está contra el descanso.
En el Paraíso no se puede estar tendido; se está verticalmente
como los ángeles. Pues bien: nosotros, que ya hemos llevado al
camino del Paraíso las vidas de nuestros mejores, queremos un Paraíso
difícil, erecto, implacable; un Paraíso donde no se descanse nunca
y que tenga, junto a las jambas de las puertas, ángeles con espadas".
Acaso evocando semejante reflexión se situaron aquí, junto a las contrafuertes
de los portones que dan acceso al templo, estos ángeles centinelas.
|