LA CÚPULA


Vista general de la cúpula
 

 
Jesucristo Pantocrátor


El ascenso de los caídos


Los mártires


Los confesores de la fe.

Tiene la cúpula una altura, en el centro, de 37,80 metros sobre el suelo; y de diámetro, 33,40 metros.

Entre la cúpula y la base de la Cruz hay 100 metros de roca.

La composición del mosaico requirió, según se calcula, unos cinco millones de teselas.

El arte del mosaico es de tradición bizantina, pero está presente en algunos monumentos de la Hispania paleocristiana, como en Centcelles, Tarragona. Recogiendo esa tradición y con figuras de trazo inspirado en códices medievales españoles, se construyó el que cubre la cúpula de la Basílica por Santiago Padrós, originalmente en talleres de Barcelona, siguiendo las técnicas de la escuela veneciana, según testimonió el autor al padre Gregorio.

La construcción duró 5 años, desde 1951 a 1955. Todo mosaico se monta primero en el taller del artista. Éste, en cambio, por ser de tan grandes dimensiones, se montó en el suelo del Teatro Real de Madrid, entonces en desuso. Desde las últimas balconadas Padrós podía juzgar de la perfección de su obra. Terminado el montaje del mosaico, se pegó un papel por encima, como se hace en este género de trabajos, se cortó en trozos, se numeró cada uno, y se trasladó al Valle de los Caídos. Colocar los trozos en la cúpula mo llevó mucho tiempo.

El tema del mosaico es el triunfo del catolicismo español.

Del lado del coro, Cristo, "Señor de todo”, Pantocrator. En Sus manos, los Evangelios, con la inscripción: Ego sum Lux mundi, Yo soy la luz del mundo.

A la derecha aparecen santos mártires españoles, capitaneados por San Pablo, con su símbolo, la espada.

A la izquierda aparecen santos españoles que, confesando la fe, no alcanzaron el martirio físico, capitaneados por Santiago Apóstol, patrono de España, quien luce sus símbolos: la concha y el bastón de peregrino.

Relacionados ambos Apóstoles con España, uno por haber anunciado su viaje a esta nación, como consta en el Evangelio, y otro por una arraigada tradición, a ambos se les puede considerar españoles.

En el lado opuesto figura la Virgen subiendo a los cielos. A su lado derecho, soldados muertos, a su izquierda, civiles sacrificados.

El autor reflejó algunos rasgos de su persona en la obra: su nombre, el de su ciudad, Egara (la actual Tarrasa, en Barcelona), el nombre de su mujer, Montserrat, sobre la montaña.

Entre los muchos rostros que componen el mosaico, reconoció el artista haberse inspirado, en uno de ellos, en los rasgos de Miguel de Unamuno, y en otro, en los de José-Antonio. Algunos creen ver la cara de Franco en uno de los soldados.

En el punto céntrico de la cúpula hay un gran rosetón, que oculta el orificio por el que se renueva el aire de la Basílica mediante potentes aspiradores.

De los dos grupos de santos españoles que acompañan a Cristo, tanto del de los mártires como del de los confesores de la fe, tenía el artista un dibujo muy esquemático, que regaló a la comunidad benedictina de la abadía del Valle de los Caídos. Lo reprodujo después el arquitecto Diego Méndez en su obra El Valle de los Caídos.

En cada figura del dibujo hay un número. Todos los números se reproducen al pie del dibujo, seguidos del nombre de un santo mártir o de un santo confesor. Pero hay bastantes rostros o figuras en el mosaico que no tienen número en el dibujo, ni, por lo mismo, el correspondiente santo.

¡Muchos rostros en el mosaico! Fue idea original del artista, para no repetirse, viajar durante muchos días en el metro madrileño, seleccionando rostros y tomando bocetos, según testimonio el mismo Padrós al padre Gregorio.