La
Cruz que se alza sobre el cerro mide 150 metros de altura desde su base.
El primer basamento, con los Evangelistas, es de 25 metros; el segundo
basamento, con las Virtudes, de 17 metros; y el fuste de la Cruz, de 108
metros. Desde la explanada hasta lo más alto de la Cruz, hay unos 300
metros.
La
construcción es de hormigón armado revestido de piedra. Es hueca por
dentro, con escalera y ascensor para tres o cuatro personas, sólo
utilizable para servicios de mantenimiento.
Se
estima el peso de la Cruz en unas 200.000 toneladas.
Se
construyó por dentro, con la misma técnica con que se alza una chimenea; al mismo tiempo que se ganaba
altura, se iban haciendo ascender las escaleras y el ascensor interiores.
Los brazos se construyeron sin andamios, mediante un proceso no falto de
ingenio: colgando una plataforma del armazón de hierro, que progresaba según se iba éste
montando.
Los
brazos de la Cruz están orientados de norte a sur. De un extremo a otro
miden 47 metros. Técnicamente es posible salir a los brazos, a las
Virtudes, a los Evangelistas y hasta a lo más alto de aquélla, mediante
una escotilla.
La
parte superior de la Cruz mantiene una oscilación que llega hasta los 12 centímetros,
que, por ser muy lenta, no es percibida por la sensibilidad humana
ordinaria.
Antes
de optar por el que luego se materializó, obra de Diego Méndez, hubo
otros muchos proyectos para la Cruz.
El
hermoso diseño de Méndez parecía irrealizable, ya que la base era menos
ancha que la extensión de los brazos. Encontraron solución los
ingenieros de la empresa constructora Huarte: el Risco de la Nava
tenía en su centro una profunda hendidura; y en ella se empotró la gran base
de la Cruz, tan ancha como toda su altura (150 metros), y más pesada. La
base quedó hermosamente disimulada (son datos tomados de unos papeles
mecanografiados de Diego Méndez, que tuvo a la vista el padre Gregorio).
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