EL ALTAR MAYOR DE LA BASÍLICA

 


 

En el lugar central de la basílica, exactamente bajo la cruz monumental, se encuentra el altar mayor.

La mesa del altar es de una sola pieza de granito pulimentado. Mide 5,20 m. de largo por 2,20 de ancho y 0,20 de grosor.

En el frontal del altar, mirando al coro se ve un relieve de la Santa Cena y los símbolos de los Evangelistas San Juan y San Mateo; en el frontal de la parte opuesta, el santo entierro y los símbolos de los Evangelistas San Marcos y San Lucas. Los dos son de chapa dorada, obra de José Espinós Alonso.

El tronco y brazos de la Cruz que se yergue sobre el altar procede de de dos árboles de Riofrío (Segovia), dicen que seleccionados y simbólicamente cortados por Francisco. Son de madera de enebro, sin desbastar, con nudos y corteza.

El autor del Cristo de la Cruz fue Julio Beovide, si bien la policromía es de Ignacio de Zuloaga, a petición de Beovide. Se talló en madera de caoba de Cuba, ofrecida por la diputación de Guipúzcoa, según testimonio de la esposa de Beovide.

Cristo y Cruz del altar están en la misma vertical que la monumental Cruz del montículo rocoso. La voluntad de que así fuera motivó la largura de la primera parte de la basílica, y la cortedad de la segunda, el coro.

Delante del altar mayor, está la tumba de José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange, de cuyo pensamiento y actitud ante la vida se puede conocer leyendo uno de sus discursos de madurez, el que pronunció el 17 noviembre 1935 y su testamento. Su enterramiento en este espacio no fue sin polémica y descontento de los falangistas.

Detrás, entre altar mayor y coro, está la tumba del general Francisco Franco.