Se muestran, gigantescos, a los pies de la Cruz: San
Juan y San Lucas, al lado este; San Mateo y San Marcos al lado oeste. Cada
uno con su símbolo: San Lucas, el toro; San Juan, el águila; San Marcos
el león; San Mateo, el hombre o, a veces un ángel.
Cada una de las figuras mide 18 metros de altura.
Son obra de Juan de Ávalos.
El origen de las figuras representativas de los
Evangelistas trae causa de la visión del profeta Ezequiel (cap. 1, vers.
4-11), en la que aparece un ser con cuatro rostros: de hombre, de toro, de
león, de águila. En esta imagen ha visto la tradición cristiana a los cuatro
Evangelistas.
A San Lucas, en el toro, porque su
Evangelio comienza con un
sacrificio; a San Juan, en el águila, porque su Evangelio comienza
hablando de la Santísima Trinidad (el águila vuela alto y mira al sol
de hito en hito); a San Marcos, en el león, porque su Evangelio comienza
presentando a San Juan Bautista predicando por los desfiladeros del Jordán,
donde moran las fieras; a San Mateo, en el hombre, porque su Evangelio
comienza con la lista de los antecesores de Cristo hombre. Estas cuatro
figuras aparecen también en las visiones del Apocalipsis, referidas como
los Cuatro Vivientes.
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